Himnos órficos introducción - Gredos.



Los Himnos órficos se compusieron en la época imperial. En opinión de M. L. West, las invocaciones a partes del universo (kósmos) es un fenómeno que se da en la época imperial y «un gran niimero de himnos están dirigidos a divinidades tales como Urano, el Éter, las Estrellas, las Nubes y el Mar». La obra se compone de un Proemio-invocación y ochenta y siete himnos.
El primero de ellos, el consagrado a Hécate, no se segregó del Proemio (al que figuraba unido como parte final) hasta la época moderna, por obra de los eruditos G. Canter y Saint-Amand, siglos XVI y XVIII, respectivamente.
El último de los himnos está dedicado a la Muerte. Los rasgos de la doctrina órfica se ponen de manifiesto, por ejemplo, en la consagración de un himno (el VI) a Primogénito (Protógonos), dios principal del orfismo, y siete a Dioniso (como tal divinidad y bajo seis advocaciones), dios fundamental en el ritual órfico.
Al parecer, estos himnos pertenecieron a una comunidad religiosa cuyos iniciados (mystai, mystipóloi) los utilizaban en plegarias, sacrificios, libaciones y, quizá, cere- monias secretas, para invocar la presencia de la deidad en cuestión, a fin de que les concediera (casi siempre es así en todos los himnos, con cierta insistencia y monotonía) bienestar, salud, paz y un feliz final de vida.
Todo ello dentro de una observancia de preceptos básicos del orfismo, como la abstención de sacrificar animales y de comer carne, aunque en dos ocasiones (XXX 5 y LII 7) se invoque a Dioniso como omádios (comedor de carne cruda), lo que podría interpretarse como una concesión al carácter no órfico de la divinidad.
De todos modos, hay que matizar dos hechos: primero, que los rasgos órficos que aparecen en los himnos se ven, con frecuencia, arropados por otras religiones y sistemas filosóficos; segundo, que el término órfico se aplica sin más, en muchas ocasiones, a mitos, prácticas religiosas y vías ascéticas de vida que no pertenecen propiamente al cuerpo de doctrina órfica.

Orfismo y otras doctrinas en los «Himnos órficos.

Por lo que se acaba de decir, resulta evidente que no se puede fijar un sistema definido del orfismo a través de los Himnos drficos. En definitiva, el orfismo se pone de manifiesto en la preponderancia, ya apuntada, del dios Dioniso y en las referencias que de el se hacen en himnos en los que no figura como protagonista. Por ello, podría decirse que esta divinidad es la figura central de la obra. Aparte de esto, también se ha puesto de manifiesto la relevancia del dios Primogénito, dentro de la teogonía órfica, comparándosele (VI 6-8) con otras deidades (Ericepeo, Fanes, Priapo y Antauges).
Igualmente, podría observarse un aspecto antropogónico órfico en el himno XXXVlI 4-6, cuando el poeta invoca a los Titanes (a quienes está consagrado el himno) como «principio y fuente de todos los mortales.. .» y de todos los seres. M. L. West, por SU parte, ha creído ver un rasgo del orfismo en el cuerpo de Hermes en forma de serpiente, en el himno XII 9-10, conservando el pholísin (con escamas) de la lectio vulgaris y corrigiendo naion por Aion. Es ingeniosa la conjetura y necesaria la conservación de la lección vulgar para buscar esa referencia órfico-teológica.
Por mi parte, en este punto, conservo el texto de W. Quandt, que mantiene la lección vulgar. Aunque sea de pasada, debe aludirse a la existencia de tres teogonías órficas, que menciona Damascio De princ. 123-124: la de Euderno, la teogonía según Jerónimo y/o Helánico, y los Hieroi Iógoi, en 24 rapsodias, que también se conocen por la Teogonía rapsódica.
A estas teogonías hay que añadir el Papiro de Derveni, descubierto en enero de 1962 a 12 km. de Tesalónica. A la primera teogonía se la llama de Eudemo porque se atribuye a este filósofo peripatético, quien, en palabras de Damascio, expone una teogonía que era propiamente de Orfeo; según esta teogonía, el origen de los dioses está en la. Noche.
Por lo que respecta a la Teogonía rapsódica (en el lexico Suda figura como obra de Orfeo), un poema, como ya hemos dicho, en 24 cantos o rapsodias de la época hele- nística, M. L. West ha creído ver reflejos suyos en algún himno Órfico, en las Dionisíacas de Nonno y, sobre todo, en las Argonáuticas órficas, VV. 12 y SS., cuando se menciona «la fatal Necesidad)) y la forma de serpiente del dios Crono. En cuanto al Papiro de Derveni, se trata de una parte importante de un rollo, redactado probablemente en el si- glo IV a. C. en dialecto jonio. Empieza cantando las maravillosas obras de Zeus y de los dioses que de él nacieron. En lo tocante a otras doctrinas, hay que atribuir a influencias estoicas los himnos consagrados a personificaciones de fenómenos naturales, tales como los dedicados al Éter, las Estrellas, la Naturaleza, el viento Bóreas, las Nubes y los vientos Céfiro y Noto.
De clara influencia oriental son los himnos consagrados a diosas frigias: Mise, Hipta y Melínoe. Nada de esto, sin embargo, nos permite establecer una relación de dependencia con alguna escuela filosófica o religiosa, dada la gran variedad de posibles conexiones que podrían establecerse. Puede decirse, en consecuencia, que los Himnos órficos «representan una confluencia y un monumento al sincretismo que caracteriza la religión del Imperio tardorromano)).

De Miguel Periago Lorente, para Editorial Clásica Gredos.

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