Friedrich Schelling – Sobre el limite y la forma, lo finito e infinito en la poesía griega (Filosofía del arte sección II).
Sin duda, la explicación volvería a llevarnos a la misma conclusión que la que nos ha proporcionado la construcción se representa dentro del mundo artístico como naturaleza orgánica. A menudo se ha observado que lo dominante en ella es informe y lo ilimitado. Asi como lo orgánico se produce de nuevo hasta lo infinito exclusivamente a partir de lo orgánico, también aquí nada se produce sin génesis, nada a partir de lo informe, de lo infinito en sí, sino siempre de lo ya formado. Exceptuando la infinitud, que la mitología griega aún conserva, ella se muestra hacia fuera como absolutamente finita, completa, realista por toda su esencia. Lo infinito se muestra aquí en el grado superior, igual que en el organismo, inmediatamente ligado a la materia por eso, dentro de esta totalidad toda formación es necearía y, si se lo considera como un ser orgánico único, realmente tiene hacia dentro la infinitud material que caracteriza al ser orgánico. La forma surge de la forma, no solo divisible a lo infinito sino realmente dividida. En ninguna parte lo infinito aparece como infinito, está en todas partes, aunque solo en el objeto –ligado a la materia-, nunca en la reflexión del poeta, por ejemplo, en los cantos homéricos. Lo infinito y lo finito descansan aún bajo una envoltura común. Frente a la naturaleza, cada una de sus figuras es idealmente infinita, pero en relación al arte, está realmente limitada y es finita.
De ahí la total ausencia de conceptos éticos en la mitología con respecto a los Dioses. Estos seres son seres orgánicos en una naturaleza superior, absoluta y totalmente ideal. Actúan como tales, siempre según su limitación y, por eso mismo, de forma absoluta. Hasta los dioses más morales, como Temis, son morales no por ética sino porque en ellos esto pertenece también a su limitación. La moralidad, igual que la enfermedad y la muerte, ha sido concedida solo a los mortales y en ellos solo puede exteriorizarse en relación a los Dioses como rebelión contra ellos. Prometeo es el arquetipo de la moralidad establecido por la antigua mitología. Es el símbolo universal de la situación que en ella ocupa la moralidad, porque en la liberta se exterioriza como independencia de los Dioses, se lo encadena a la roca, eternamente mortificado por el águila enviada por júpiter, que picotea constantemente su hígado siempre regenerado. Asi, Prometeo representa a toda la especie humana y soporta en su persona las torturas de toda la especie. Por tanto, aquí se manifiesta lo infinito, aunque inmediatamente encadenado, reprimido y limitado. Lo mismo ocurre en la tragedia antigua, donde la moralidad suprema consiste en el reconocimiento de las barreras y la limitación impuestas al género humano.
Si todas las oposiciones se fundan en la primacía de un elemento y nunca en una exclusión total de su opuesto. Esto es necesariamente valido también para la poesía griega. Al afirmar que la finitud, la limitación, es la ley básica de toda la cultura griega, no se pretende afirmar que nunca se perciba en ella algún rastro de lo opuesto, lo infinito. Mejor dicho, se puede determinar con toda precisión el punto en el que apareció. Sin duda, fue la época del republicanismo naciente, que puede ser considerada también contemporánea del origen del arte lirico y de la tragedia. Precisamente esta es la mejor prueba de que esa decisiva preocupación por lo infinito que en ocasiones llego a exteriorizarse en la cultura griega es absolutamente posthomerica. Esto no significa que antes no hubiese habido costumbres y ritos religiosos en Grecia directamente vinculados a lo infinito; peor desde su origen se los aparto de todo lo universalmente valido y de la mitología convirtiéndolos en misterios. No resultaría difícil demostrar que todos los elementos místicos –provisionalmente, hasta dar una explicación más precisa, llamare así a todos los conceptos que se refiere inmediatamente a lo infinito-, que todos esos elementos eran originariamente extraños a la cultura helénica y que ella solo pudo apropiárselos más tarde en la filosofía.
Las primeras manifestaciones de la filosofía, cuyo comienzo siempre es el concepto de lo infinito, aparecieron primero en poemas místicos, en los catos órficos mencionados por Platón y Aristóteles, los poemas de Museo, las numerosas poesías del visionario y filósofo Epimenides. Cuanto más se desarrollaba en la cultura griega el principio de lo infinito, tanto más se aspiraba a otorgar a esta poesía mística un prestigio superior de antigüedad y a remontar su origen incluso más allá de la época de Homero. Pero ya Herodoto contradice esto cuando afirma que todos los poetas que se dan por más antiguos que Homero y Hesíodo son más jóvenes que ellos. Homero no conoce orgias ni entusiasmo en el sentido de sacerdotes y los filósofos.
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Si se observa la esencia de la poesía griega, lo infinito y lo finito se han compenetrado tanto en ella que no se puede percibir ninguna simbolización de lo uno por lo otro, sino solo la absoluta equiparación de ambos. Pero si se observa la forma, la unificación completa de lo infinito y lo finito está representada en lo finito o en lo singular. Allí donde la imaginación no podía llegar a la entera compenetración de ambos, solo podían darse dos casos: o lo infinito era simbolizado por lo finito o lo finito por lo infinito. El último caso fue el de los orientales. El griego no bajaba a la finitud lo parcialmente infinito sino lo infinito ya compenetrado con lo finito, es decir, lo totalmente divino, lo divino en la medida que es totalidad. En ese sentido la poesía griega es la poesía absoluta y, como punto de indiferencia, no tiene oposición fuera de ella. El oriental nunca lego a la compenetración. En su mitología no solo son imposibles figuras con vida poética auténticamente independiente sino que además todo su simbolismo es parcial, a saber, un simbolismo de lo infinito mediante lo infinito. Por eso, con su imaginación el oriental está totalmente en el mundo suprasensible o intelectual, al que traslada la naturaleza, en lugar de simbolizar al revés, el mundo intelectual –como mundo donde lo finito y lo infinito son lo mismo- mediante la naturaleza y trasladarlo así al reino de lo finito y, en ese sentido, realmente se puede decir que su poesía es lo contrario de la poesía griega.
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