Artemidoro - Interpretaciones de sueños. Lib I, Diferencias entre ensueño y la visión onírica
Morfeo e Iris, de Pierre-Narcisse Guérin (1811). |
En lo que concierne a la diferencia
existente entre ensueño y visión onírica, ya he expuesto en otras obras que una
distancia no exigua los separa. Y puesto que el tratado te parecería desordenado
y como falto de inicio, creo que resultara oportuno empezar también en esta ocasión
a partir de dichas nociones.
La visión onírica se distingue
del ensueño en que la primera, y el segundo de los que existe en el presente. Con
mayor claridad lo comprenderás de lo que sigue: ciertas pasiones tienen por naturaleza
la prerrogativa de aflorar, de imponerse al espíritu y de suscitar determinadas
figuraciones.
Por ejemplo, el enamorado
cree necesariamente durante el sueño que está en compañía de quien ama, el
atemorizado ve lo que le espanta y, a su vez, el hambriento supone que come, el
sediento que bebe e, incluso, el que esta repleto de comida que vomita o que
respira fatigosamente. En realidad, cuando actúan las pasiones, sucede que se
perciben unas imágenes que no expresan una predicción del futuro, sino una rememoración
de la realidad.
Por ser estas
representaciones de tal especie, tu puedes experimentar unas figuraciones que
afecten exclusivamente al cuerpo, otras al alma o bien comunes a ambos
principios: en virtud de ello el enamorado da por cierto que esta con los seres
que ama, y el enfermo que es curado y tratado por los médicos. Ciertamente, el
cuerpo y el alma toman parte en estas evocaciones. Vomitar, dormir y, a su vez,
comer y beber se deben considerar como propias del cuerpo únicamente y, en
cambio, estar alegre o apesadumbrado como peculiares del alma. De lo anterior
se deduce con toda certeza que las vivencias de carácter somático están originadas
por la necesidad o por el exceso, mientras que las de tipo anímico son producto
del temor o de la esperanza.
Baste con lo dicho sobre el
ensueño. Su mismo nombre resulta apropiado no porque todos lo ven mientras que duermen
-ya que también la visión onírica es una actividad propia de los que realizan
esta acción- sino porque tiene vigencia mientras la persona permanece en estado
de reposo y deja de existir cuando dicho estado cesa. En cambio, la visión onírica
actúa llamando la atención sobre el anuncio de acontecimientos futuros durante
el transcurso del periodo hípnico y, una vez superado este, influyendo eficazmente
en nuestras empresas. Dicha visión origina de forma natural que el alma este
despierta y alerta.
Desde un principio le fue
impuesto este nombre bien debido a tal motivo, bien a causa de que afirman,
esto es, dice la realidad, como testimonia el poeta:
Te voy a decir palabras veraces.
Así mismo los habitantes de Ítaca
llamaban al mendigo Iro porque:
Iba a anunciar mensajes, siempre que alguien
se
lo mandaba.
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*En todo este párrafo abundan unos juegos de palabras intraducibles. El hecho de “estar alerta” se dice en griego oreínein, esta voz se asemeja al termino óneiros: “visión onírica”, máxime si se recurre a una metátesis de la r y de la n. Esta explicación constituiría la primera interpretación pretendidamente etimológica del pasaje y, al tiempo un ejemplo de inversión. La segunda procedería de la expresión “Tò òn eírein”: “decir lo que es”. Artemidoro recurrirá al testimonio de Homero, Odisea XI 137 y XVIII 7, para demostrar que Eírein equivale a Légein: “decir”. En la cita sucesiva el argumento se basa en el nombre del mendigo Iros, que revela una pronunciación itacística del diptongo ei en los términos precedentes. Ademas se trata de un caso de falsa etimología -veremos otros muchos en este autor- ya que su apelativo hay que relacionarlo con la Diosa mensajera Iris.
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