Teogonía – Hesíodo: Musas en el Helicón. Proemio


Angelica Kauffmann (1741-1807), Apolo y las musas en el monte parnaso.
ANGELICA KAUFFMANN (1741-1807), APOLO Y LAS MUSAS EN EL MONTE PARNASO.
Comencemos nuestro cato por las musas Heliconíadas, que habitan la montaña grande y divina del Helicon. Con sus pies delicados danzan en torno a una fuente de violáceos reflejos y al altar del muy poderoso Cronión. Después de lavar su piel suave en las aguas del Perneso, en la fuente del Caballo o en el divino Olmeo, forman bellos y deliciosos coros en la cumbre del Helicón y se cimbrean vivamente sobre sus pies.
Rafael Sanzio de Urbino (1483- 1520), concilio de los Dioses
RAFAEL SANZIO DE URBINO (1483- 1520), CONCILIO DE LOS DIOSES
Partiendo de allí, envueltas en densa niebla marchan al abrigo de la noche, lanzando al viento su maravillosa voz, con himnos a Zeus portador de la égida, a la hija de Zeus portador de la egida, a la augusta Hera argiva calzada con doradas sandalias, a la hija de Zeus portador de la egida, Atenea de ojos glaucos, a Febo Apolo y a la asaeteadora Artemis, a Posidón que abarca y sacude la tierra, a la venerable Temis, a Afrodita de ojos vivos, a Hebe de áurea corona, a la ella Dione, a Eos, al alto Helios y a la brillante Selene, a Leto, a Japeto, a Cronos de retorcida mente, a Gea, al espacioso Océano, a la negra Noche y a la restante estirpe sagrada de sempiternos inmortales.
Ellas precisamente enseñaron una vez a Hesíodo un bello canto mientras apacentaba sus ovejas al pie del divino Helicon. Este mensaje a mí en primer lugar me dirigieron las Diosas, las Musas Olímpicas, hijas de Zeus portador de la égida.


Teogonía-de-Hesíodo
“Pastores del campo, triste oprobio, vientres tan solo! Sabemos decir muchas mentiras con apariencia de verdades; y sabemos cuándo queremos proclamar la verdad”.
Así dijeron las hijas bienhabladas del poderoso Zeus. Y me dieron un cetro después de cortar una admirable rama de florido laurel. Infundieronme voz divina para celebrar el futuro y el pasado y me encargaron alabar con himnos la estirpe de los felices Sempiternos y cantarles siempre a ellas mismas al principio y al final. Más, ¿a qué me detengo con esto en torno a la encina o a la roca?

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